Hablando sencillo

Hablando sencillo

domingo, 19 de agosto de 2018

¿Cumpliendo la voluntad divina? ¿Estás seguro o segura? ¿Te lo ha pedido directamente y has podido grabarlo? No vale sin pruebas palpables y verificables


Me intriga entender qué ocurre en sus cabezas, no sé si el odio les viene de experiencias de desintegración, rechazo y marginación y cuando las emociones que emanan de esas experiencias negativas se juntan con una ideología que justifica una respuesta violenta para dar salida a ese odio, se forma una mezcla explosiva que nubla la razón, el sentido común,  la capacidad de reflexión, de crítica y autocrítica,  los sentimientos de piedad.
Me intriga comprender la facilidad con que los humanos llegan a creerse explicaciones mágicas a problemas humanos, al sentido de la vida o sobre la existencia del universo que son la base de las religiones, a partir de sueños, visiones u ocurrencias de determinados personajes de la antigüedad sin pruebas que demuestren los hechos ni la naturaleza de esas experiencias “místicas”.  Los protagonistas de esas experiencias las interpretaron como revelación divina así sin más y así se divulgaron esos casos llegando a convertirse en dogmas de fe que formando parte de las leyes vigentes en estados teocráticos fueron y son todavía en algunos, causa de condena por blasfemia si se manifestaba o se manifiesta que se puede poner en duda la veracidad de su origen divino.
No comprendo como se puede pensar que todo lo contenido en un libro considerado sagrado es verdad absoluta y que todas, absolutamente todas las preguntas obtienen su respuesta en los contenidos de esos libros. No comprendo como se pueden justificar historias, por muy descabelladas o incluso crueles y violentas que sean por considerar que respondían a la voluntad de Dios.
No comprendo cómo las personas humanas pueden abandonar su capacidad de razonamiento y reflexión para entregarse a creencias sin credenciales ni garantías demostrables de autenticidad. Y lo que no es cuestión de comprensión sino que es absolutamente intolerable e inadmisible es que además de los estados teocráticos totalitarios, haya personas por libre o grupos organizados que maten a otras porque no creen lo mismo que ellos y se propongan a base de terror imponer sus creencias e instaurar nuevos estados intolerantes con la libertad religiosa y con todas las libertades individuales y democráticas. Pretender imponer una fe, la que sea, a base de terror es una aberración y un atentado a la dignidad humana y a los derechos humanos.
Son lógicos los esfuerzos contra las injusticias, contra los abusos, contra las dominaciones, contra la explotación, contra la marginación, la exclusión, la pobreza, la esclavitud, los tratos desiguales…  Pero matar por motivos religiosos a los que no comparten la misma fe y para imponer una concreta de forma forzada es lo más contrario a una lucha por la justicia, es precisamente algo absolutamente injusto.
Quien quiera creer en los profetas que crea en el que quiera, quien quiera creer en un Dios hecho carne, que crea en lo que quiera, quien no quiera creer en ningún Dios que no crea, pero intentar que los demás crean a la fuerza lo mismo que uno mismo es faltar a la libertad a la que todos tenemos derecho.
Un estado laico debe velar por la libertad y la seguridad de todos, ser absolutamente independiente de todas las creencias, tratar a todos los ciudadanos con igualdad asegurando que todos gocen de los mismos derechos y obligaciones de respetar las leyes democráticas del país.